No hay nada como un buen café por la mañana, lectura entretenida bajo el sol de los últimos coletazos del invierno y el silencio... por poco tiempo. Mi móvil comenzó a sonar en el momento más inoportuno, cosa que me saca de quicio y lo cogí tan sólo por sentir el placer de insultar gratuitamente a aquel personajillo que había tenido la osadía de interrumpir mi apacible mañana. Se trataba de una de mis efímeras "amigas". A esta chica la conocí en la consulta de uno de mis terapeutas de la forma más casual. Estaba leyendo Crítica de la razón pura, un libro un poco espeso para mi gusto pero que me sorprendió, cosa que me ocurre con escasísima frecuencia, ya que no todos los días ves a gente cultivando la mente con semejante tostón. Así que la pregunté si la lectura le resultaba satisfactoria a lo que ella me contestó: "Realmente no se de donde saco la fuerza para leerme este somnífero con tapas y páginas, supongo que será mi cabezonería". De esa manera comenzamos una breve discusión sobre la filosofía de Kant y sus influencias en el nazismo. La encontré interesante y lo más importante, no hubo ningún tipo de contacto físico, respetó mi espacio vital. En cierto modo, mis ademanes y mis lenguaje corporal fue captado, cosa que extrañamente aprecié. Así que decidí mantener el contacto con otro ser humano que al fin y al cabo hasta día de hoy no me había hecho sentir incómoda y violenta.
Cuando vi que era ella, intenté apaciguar mis maneras, al fin y al cabo era una persona coherente y si la decía que no era buen momento lo entendería.
La conversación fue corta por ambas partes. Simplemente propuso una pequeña merienda sobre las seis de la tarde para comentar un pequeño problema que la turbaba y que necesitaba de un consejo objetivo y sobre todo NADA misericordioso. Me sentí halagada de que alguien apreciara por fin mi honestidad.
A las seis en punto me encontraba en el café donde habíamos quedado y allí la encontré, sumida en sus pensamientos mirando a la nada. "Bien, aquí estoy ¿qué te ocurre?". Me arrepiento de esas palabras ... mucho. Digamos que la pobre mujer había tenido un encuentro sexual un poco fallido. El tema en sí, ya me provocó cierta incomodidad. Si detesto que me toquen o incluso me rocen, imaginar una situación así de íntima me produce náuseas. Así que hice de tripas corazón y escuché el relato entero.
Al parecer, una tarde de domingo había quedado mi "amiga" con un chico que había conocido a través de otras amistades. Claramente ambos se gustaban y muy claramente ambos sabían lo que buscaban. Tras un tiempo de flirteo y mensajes, el chico la llamó para ir a su casa. Mi "amiga" estaba bastante contenta ya que no había tenido mucha suerte en cuanto a hombres. Por ello se enfrascaba en lecturas imposibles, cursos y deporte para "mantener la mente ocupada" como ella decía. Como carezco de esos deseos carnales no lo entendía, pero respetaba su manera de alejar esos instintos cultivando la mente y el cuerpo. El caso es que cuando llegó a su casa, tras una breve charla comenzaron lo que viene siendo los preliminares. Al parecer todo iba bien "a pesar de no estar suficientemente caliente" me comentaba la chica. Ambos acabaron desnudos en la cama, como suele ser lo habitual, pero había algo que no funcionaba o por ser más gráfica, había algo que no se levantaba y que por más que mi amiga intentaba que eso se pusiera "a tono" no había manera humana. Al final la pobre preguntó que qué pasaba. La respuesta la dejó un poco sorprendida a la par que extrañada. Por lo visto el chico no había superado una antigua relación y seguía totalmente obsesionado con su "ex". Mi "amiga" a la cual en aquellos momentos la miraba atónita, no por la situación sino por no haber previsto semejante varapalo, se pasó toda la tarde básicamente consolándole y diciéndole "no pasa nada". Al cabo de algún tiempo, el tipo la dejó de hablar a pesar de que ella mostró interés en ser por lo menos su amiga, ya que como compañero sexual era un completo inútil. Ella se quejaba de su mala suerte, de su absoluto fracaso a la hora de elegir hombres y sobre todo de la vergüenza que sentía. Sí, exacto, vergüenza porque cabría la posibilidad de que la inapetencia sexual del chaval hubiera sido por culpa suya. He de decir, que cuando supe de esa debilidad suya, automáticamente tomé la decisión de cortar cualquier tipo de relación. En mi cabeza no entra el concepto de complejo. Esas burdas mentiras y estupideces de las que la publicidad y especialmente, la cosmética se aprovechan, pero más culpables aún aquellos que compran y se operan creyéndose que así serán más felices en sus insignificantes y patéticas vidas.
Mi consejo fue simple: "Sigue cultivando tu mente y tu cuerpo porque claramente lo necesitas. Así por lo menos te ahorrarás encuentros fallidos con seudohombres imberbes y egocéntricos y por supuesto, a mi me ahorraras un valiosísimo tiempo"
No pensaba pagar la cuenta después de haberme hecho salir de casa para semejante sandez. Cuando me di la vuelta y me estaba alejando ella levantó la voz y dijo: "Tienes razón, debería pensar más en mi misma e intentar ser mejor" A pesar de todo, no era tan ilusa. Así que me paré, me giré y con un indicio de sonrisa la asentí y me fui.
A veces, pocas, pero a veces hay seres humanos que me sorprenden y despierta en mi un atisbo de esperanza en la humanidad. Posiblemente, encuentren la manera de ver el egoísmo y el "pensar más en uno mismo" como un acto de solidaridad para cada uno y de esta manera, no necesitar el beneplácito de nadie y que te molesten con una sarta de necedades más propias de un adolescente que de una persona adulta.
Por otra parte y mi escaso conocimiento en cuanto a relaciones carnales, no me permiten hacer una hipótesis de porqué un hombre joven puede sufrir dolencias de ese tipo. Por la poca información que me pudo dar mi en aquel entonces "amiga", solo puedo decir que la evolución está haciendo estragos en el sexo masculino, bien porque su cromosoma Y comienza a ser más defectuoso de lo habitual o bien, porque no soportan que la mujer esté alcanzándoles en todos lo niveles político-sociales y semejante presión les anula la región cerebral encargada del sexo. Aunque aplicando el principio de parsimonia si un hombre ante una mujer desnuda clamando por que la tomen no se "endereza" es porque sufre un síndrome agudo de Homo sensiblerus o lo que decía mi progenitora: es un pichafloja. Nunca me ha gustado el lenguaje barrio bajero pero en esta ocasión no encuentro un mejor apelativo.
No aguanto a los débiles de mente ... o de otras partes de su anatomía.
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