Os acordaréis que hubo una entrada sobre lo traicionero que es el miedo, especialmente en lo que a cuestiones amorosas se refiere. El ser humano tiene una tendencia especial a ver cosas donde no las hay, a imaginar situaciones hipotéticas que nunca pasarán y hacerse lo que vulgarmente se conoce como "pajas mentales" Pues bien, hoy os contaré una historia de una conocida. Una paciente de una terapeuta que tuve hace un par de años y que por lo visto a ella le fue bastante bien (lo mío es un caso perdido o directamente ni es caso) Entablamos un par de conversaciones banales sobre lo molesto que es subir en los ascensores con alguien: "No es por el silencio que hay, simplemente es por la extraña manía de la gente de rellenarlos de alguna manera" Para mi fue suficiente para crearme una opinión medianamente decente de alguien que detestaba algo tan simple.
Un día como hoy pero a una hora menos intempestiva en la que ahora me encuentro escribiendo, me la encontré en una tienda de libros usados. Me fijé en el libro que llevaba en la mano y pude leer parte del título "Psicología emocional, lenguaje del cuerpo ..." Extraño libro para una persona que visitaba una vez a la semana a un psicoterapeuta. En ese momento ella levantó la mirada y me vio. No se sorprendió al verme simplemente sonrió levemente. La pregunté sobre la lectura del libro, sin rodeos, no soy muy sutil. Ella quedó pensativa y contestó: "Quiero profundizar en el lenguaje corporal en relación con las emociones y de esa manera averiguar cuando me mienten" ¡Vaya! Interesante cuestión. No pude reprimir la curiosidad. No todos los días te encuentras a alguien queriendo hacer una especie de experimento sociológico sobre la mentira. Así que la volví a interrogar y como el tema parecía largo decidimos acercarnos a una cafetería a charlar sobre el tema.
"Me avergüenza reconocer el que haya comprado este libro es por un chico" ¡Ya empezamos! En ese mismo instante mi interés decayó completamente. "Y creo que además te he decepcionado" Pues sí, pero algo totalmente superable en el mismo instante en el que me levante de la mesa y me vaya. Pero la suerte estaba a su favor, se me había olvidado coger el monedero y no tenía con qué pagar el café "Bueno, si me invitas al café como compensación trataré de escuchar tu historia" Ella asintió y comenzó a relatarme su historia.
Todo comenzó el día de noche vieja en el que salió con unas amigas sin nada planeado. Decidieron salir por el centro de la ciudad y encontraron un bar en el que no era necesario pagar entrada. Durante la noche, entre el alcohol y la música conocieron gente, borrachos, pesados y demás fauna nocturna que para mi me resulta totalmente indeseable. Cuando tocaron las 9 de la mañana y en pleno día se fueron a desayunar las amigas que quedaban y los nuevos conocidos de la noche. Al día siguiente la consecuencia lógica era un aumento en la lista de amistades de la red social más famosa del mundo que hoy no me da la gana nombrar.
Durante los meses que pasaron hubo bastantes noches en las que comenzó a hablar con uno de los "nuevos amigos" Las conversaciones casi siempre las empezaba el chico y a ella le agradaba hablar con él, le caía bien y sobre todo la hacía reír (no se con que clase de humor si más tirando a Bob Esponja o de monologuista de la Paramount Comedy) En aquellos momentos ella no estaba interesada en él, sólo lo veía como un conocido con el que charlar las noches de insomnio.
Tras meses de charlas y bromas sin ningún tipo de intención lo volvió a ver en un concierto de unos amigos. El típico ritual de saludo, alguna que otra broma y cada uno se fue con su grupo a la sala. La cosa fluía normal, cada uno por un lado. Ella no se preocupaba ya que no tenía el mínimo interés por él. En uno de los de cambio de bandas él se le acercó para bromear de camino a los baños. Intercambio de risas y trivialidades varias. Uno de los acompañantes de ella le sugirió lo siguiente "¡Uy! Ese va buscando algo" Ella le contestó que para nada, sólo eran amigos, pero el otro insistía en que se fiara de su criterio de hombre soltero y su experiencia en el arte del "ligoteo" La chica se quedó extrañada, pero no hizo el menor caso a dicha sugerencia ... o eso parecía.
Al mes del concierto, la chica empezó a ver al susodicho pretendiente de otra manera. Hasta que un día se dio cuenta que tenía ciertos sentimientos que iban más allá de la mera amistad. Cuanto más hablaban más se conocían: sus debilidades, sus miedos, sus gustos, etcétera. Ella me comentaba que se quedaban hablando casi toda la noche sin parar, incluso llegar a estar hablando 10 horas en toda una noche. A mi personalmente eso me parece una barbaridad ¿de qué se puede estar hablando durante 10 horas?¿debatiendo sobre la economía mundial y las posibles soluciones? ¿sobre filosofía griega? Lo dudo. Seguramente eran conversaciones estúpidas sobre alguna película o serie del momento.
Un fin de semana, a sabiendas de que él estaría en el bar donde se conocieron, convenció a un par de amigas para ir (mentes débiles para prestarse a semejante circo) Quería comprobar si realmente sus sentimientos no eran causado por una especie de espejismo. Pasaron la noche hablando, riendo y "tonteando" No se exactamente lo que quiere decir ese término ¿comportarse como tontos? Sería lo más acertado. La descripción que me dio mi conocida fue la siguiente "continuas bromas metiéndose el uno con el otro, cosquillas, algún que otro abrazo amistoso y algún que otro contacto físico nada sexual pero con segundas intenciones, por lo menos por su parte" Parecía que él la correspondía. Incluso cuando acabaron finalmente todos sentados en un banco desayunando y hubo un gesto que para ella fue en parte decisivo: "Según mi experiencia cuando un hombre rompe ciertas normas de socialización como hablar mientras te toca la pierna de forma casual es que hay una intención subyacente" Pensándolo de esa manera es posible. Todo el mundo tiene un espacio vital que no deja a cualquiera traspasar. En mi caso, es bastante amplio y si alguien osa tocarme sufrirá las consecuencias de mi absoluto desprecio hacia el contacto físico.
La conclusión que ella sacó de la experiencia acontecida durante una noche de diversión, alcohol y risas fue que él parecía estar en el mismo punto. La duda que tenía era el miedo atroz que tenía el chico de ir más allá en una relación de amistad: lo aterraba. Quería estar solo por miedo a hacer daño y quizás por miedo a que se lo hicieran a él. Estaba claro que era una relación abocada al fracaso desde cualquier perspectiva. Sobre todo si el chico en cuestión no se hacía mirar esos miedos absurdos e incomprensibles en un tío de su edad.
A pesar de todo ello la chica decidió arriesgarse. La espera le absorbía y tenía que saber con certeza si él quería lo mismo o no. Así que terminó por abrir su corazón y sus sentimientos a sabiendas que tenía todas las de perder "en concreto su amistad" me decía con una expresión de pena en su cara.
Si pensáis que esto es una comedia romántica y que todo acaba bien no podéis estar más equivocados. El chico no la veía de esa manera y se quedó chafado y dándose cuenta que sus acciones tenían consecuencias. Al fin y al cabo es lo que tiene la interacción entre humanos. A día de hoy no se hablan con la misma frecuencia, no es lo mismo, la amistad forjada en unos poco meses se hizo trizas y ya era imposible repararla, tanto por parte de él y sus miedos como por parte de ella y sus sentimientos.
La deducción que sacaba ella según la información que poseía era la siguiente y trataré de reflejarla lo más fielmente posible:
Se de sobra que no hubiera sido una relación larga, es más, yo sólo quería pasar un buen rato sin ninguna pretensión seria. Aún así no puedo de dejar darle vueltas a su lenguaje corporal y lo que me transmitía. Por eso compré este libro. Analizar este tipo de relaciones emocionales me ayuda a mantener el control sobre mi persona y mis "pajas mentales" No quiero ver cosas donde no las hay, pero no puedo evitar no hacer caso de mi intuición. Simplemente hay algo que no me cuadra y quiero desechar cualquier suposición absurda. Lo único que me ha quedado ha sido el amargo sabor de boca que he perdido una amistad irrecuperable. Pero hice lo que creí apropiado, no por él sino por mi.
Tras su relato pagó la cuenta y mientras recogía sus cosas no pude reprimir el impulso de dar mi opinión:
Respeto cualquier manera de obtener un conocimiento racional y objetivo respecto a lo que nos rodea, pero sinceramente estas perdiendo el tiempo en encontrar lógica a la estupidez humana y ese chico en especial tiene cantidades industriales de imbecilidad. No por el hecho de rechazarte, sino por dejarse llevar por el miedo y una realidad deformada.
Finalmente nos despedimos con un gesto de cabeza y cada una se fue por su lado. No la he vuelto a ver desde entonces. Solo espero que esa experiencia la haya hecho ver la pérdida de tiempo que la supuso tener una relación con alguien que es aún más incapaz que yo y más aún si no sacas nada.
Los miedos del ser humano los sumen en una oscuridad, los ciegan incluso de por vida y acaban siendo enemigos de si mismos dando bandazos por la vida sin ningún objetivo que el de molestar y quizás dañar a algún iluso que se cruce con ellos.
Raro el tío que rechaza sexo con una amiga, ademas de incomprensible, pues el sexo fácilmente te hace mas amigo de tus amigos. En fin, cada uno se lo toma como puede.
ResponderEliminarSaludos.
Eso dicen, pero por lo visto a la pobre chica le tocó la "excepción que confirma la regla"
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