Ayer recibí un correo sobre uno de mis lectores que me comentaba acerca de las despedidas, lo difícil que son y la nostalgia permanente.
Primero y ante todo si esa persona no tiene una enfermedad terminal y no se va a morir ¿a qué viene tanto dramatismo? El mundo es muy pequeño y existen los aviones, los trenes y el coche. En la era de las redes sociales si pierdes contacto es porque quieres. Supongo que no tener a esa persona cara a cara se hace duro, vosotros que tanto os gusta rozaros los unos contra los otros, pero es una buena manera de darse cuenta del valor de una amistad: "no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes"; no lo pierdas entonces.
No decir "adiós" sólo un "hasta luego", cuestión de semántica. No hay que desesperar, el tiempo pasa y nuevas personas llegan a la vida de otras y así en un ciclo dinámico que no termina nunca hasta que la humanidad desaparezca.
Carpe diem, tempus fugit
No hay más que añadir.
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